Es verdad que el tiempo vuela. A dónde se fueron estos 12 años de vida, más de cuatro mil días en el Caribe Mexicano.
Pensando en reversa y soñando con los inicios, me doy cuenta que los bailé en La Santanera y los caminé por la Quinta. Me refresqué con ellos en un cenote y los derretí bajo el sol de la Riviera Maya.
Me inspiré con ellos viendo el mar al atardecer y crecí gracias a ellos. Me los comí en las deliciosas creaciones culinarias del Diablito y los bailé durante años con los mejores exponentes de la música dance underground.
Los he trabajado incansablemente en real estate, festivales, eventos y otros proyectos. Me los bebí con sabor maracuyá en la Mezcalinna y me reí de ellos con la familia Playense que hemos formado.
Los plasmé en las páginas de las revistas para las que hemos colaborado y los leí en tantos documentos que por mis manos han pasado.
Los cargo en mi espalda subiendo a Nohoch Mul en Cobá con cada familiar y amigo que nos visita y me libero de ellos al sentirme expectante observando su majestuosa vista. He refrescado y reanimado todos mis sueños en cada salto al mundo submarino de Xibalbá.
Me río de ellos durante tantos domingos en la selva. Los he sudado hasta la última gota en los meses de verano y me he deleitado con los pocos días de invierno que nos llegan cada año.
Me maravillé con ellos snorkeleando en el arrecife y los desquité con cada viaje a casa deseando regresar a esta ciudad que ahora se convertía en mi nuevo hogar.
¿Volveremos a Guadalajara algún día? No lo sé. Solo sé que agradezco cada día de felicidad que el Caribe Mexicano me regala. Y aprendo de cada viaje a casa, deseando el próximo momento de a mi familia abrazar.
Azanza Cervantes
THE WIZARD BLOG @AzanzaMaria