CATORCE AÑOS EN PLAYA

Tantas cosas han cambiado.  Algunas mejorado y otras las hemos olvidado.

Me quedo con los buenos recuerdos y el tiempo en que caminábamos por el mar de regreso a casa de noche. 

Hace 14 años, el Mega de Constituyentes apenas abría y nos regalaba a todos un recuerdo, mas grande que los beneficios que traía.  A solo unas semanas de abierto, se incendió. Y para las fechas en que nosotros llegábamos, el servicio no se había restablecido por completo y algunos departamentos no operaban; el de tortillería, por ejemplo.

Cuando llegamos a Playa, la bajada a Mamita´s todavía era de tierra, y Aldea Thai estaba apenas colocando su primera piedra.  Los proyectos de bienes raíces se vendían en pre-venta y lograr alta ocupación era una sencilla meta.

Although appealing, it was impossible to keep it being a small town

Los lugares más top para salir, eran el Ohm, Mushroom, La Fé, Básico y Deseo, Bar Ranita, Mezcalinna y La Santanera.  Y el Alux era sede de fiestas inolvidables.

Mis favoritos para cenar eran y por siempre serán: Diablito Cha Cha Cha, Chicago, La Quinta Pasión, Babe’s Noodles & Bar, Kartabar y Glass Bar.  Unos me gustaban por delicosos y otros por bien ubicados. Unos ya se han ido y otros todavía están.

Todos nos conocíamos, y a las fiestas y eventos, los mismos siempre asistíamos.  

Tu primer nombre era suficiente, los apellidos sobraban y tu ocupación o pasatiempo, se volvía tu etiqueta de reconocimiento.

Las pizzas eran los tacos a media noche.  El habanero en salsa, el bajón para caminar derecho a casa.

Nada pasaba… ni la policía.

Los puentes de la Carretera Federal no existían, tampoco las grandes plazas.  A Cancún llegabas en 40 minutos y al aeropuerto en media hora.

En Puerto Morelos no pasaba nada y siempre era tu mejor opción para snorkelear, comer rico e ir a la playa con tus perros.

Los espectaculares no eran parte del paisaje de bienvenida.  De hecho, te aburrías -o inspirabas-, viendo solo el verde de la selva pasar.

Todos vivíamos cerca, en el primer cuadrante junto al mar.  Al ejido le llamábamos ‘la selva’.

La mayoría nos movíamos en bicicleta, aunque otros tantos preferían la motoneta.  En el Ándale!© se compraba, vendía, rentaba, e intercambiaba de todo.  La cancha de volley-ball en Mamita’s era el punto de reunión cada tarde.  Y echábamos carrilla de que todos éramos DJs, fotógrafos, buzos y maestros de yoga.  

Hoy recuerdo con melancolía nuestros primeros años en Playa del Carmen, pues llevo días pensando en esta tierra mágica y cíclica.  Que 14 años después (dosvecessiete), nos encerramos en casa justo el día en que llegamos.  Un 16 de marzo.

Solo nos queda rendir tributo a los recuerdos y buenos momentos que el Caribe Mexicano me ha regalado.

@AzanzaCervantes
Maria Laura Azanza Cervantes


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